domingo, 6 de diciembre de 2015

No hay


No hay solo noche para dormir
o vehiculos para transportar
ni dias para vivir,
ni lunas para girar
no hay solo alas para
volar, no hay
solo estrellas
como el sol
ni placer como el
mar, ni cien
tristezas, ni
cien años de soledad;
no hay mas que la cotidiana verdad.
Necia la memoria de verte
en las mananas mas oscuras,
en donde la tortura
se levanta con el sol
del recuerdo, que solo
vislumbra aterradores
conejos, que se
volvian mas y mas negros

Eres una idea vanal
y miserable de lo que
nos acojia en el viaje
donde encontramos
tormentas de acero,
que ahora son junglas de nada.
Elijo entonces seguir
sin la respuesta ajena,
con la mirada angustiada
por la reforma alterna
de no seguirte despertando
para poder yo elevarme al
dios que nos odia tanto
como para juntarnos.
Luna, culto y conejos,
nuestros brazos
eternos;
abrazaban
sonriendole al tiempo
una idea de misericordia
al hasta luego, para vernos
sin lagrimas en la era de
mayahuel grandiosa.

Eramos culto verde,
imaginados,
redentores de caricias
ilusorias almas perdidas.
Solo nuestra contradiccion
y la empatia del dolor
nos libro de ser uno,
fases o tortura.

Horas DF.


1er Acto.
Vaiven tubular,
noche envuelta ,
en humaradas divinas,
que vuelve lo lunar,
en misterio.

Calles funerales de noche
pero viva de muertos de dia.
2o Acto
Extrana sensacion
de moverse como hormiga,
ideando caminos entre el mar
de humanos,"rios de babylon"
que ajustan las calles y avenidas,
sigiloso encuentro de
tortas y garnachitas
que hacen paro para
sobrevivir de vez en vez
a mi gente, a la jauria.
3er acto
Desfile anaranjado,
veloz metro, veloz;
donde simple maestros del Zen
profetizan ciegos
verbenas mexicanas,
Donde se pierde
la sensacion
acuatica
por sardinas en lata
emergidos de cada terminal,
como escamas de la
gran serpiente emplumada.
devorando tierra de
esta urbe de utopia.

Lapin Tochtli
 

martes, 1 de diciembre de 2015

Ocaso
(Último rito para Genoveba Farineli)
I
Treinta años que sucedió,
el padre bosque habló.
Susurro en el aire impregnado con su nombre.
Era muy temprano, o de noche.
Sin nubes la mente se aclaraba, entonces visite si tumba.

 II 
Tiemblan las plantas donde su memoria yacía, hechas lumbre, infierno en cada paso.

Pero el fuego no parecía quemarle, sólo era la distancia; la que la hizo una vez mujer.

 III

Yo la vi partir, la vi marcharse en los brazos del futuro, sol, aplastando esperanzas, salvaje, señora de una noche.

 IV

Recuerdo que tenía que ser así, sólo fui pobre sin futuro o guía o enseñanzas o medida, límites o codicias. Dejo por lo tanto a esta alma mía.
Aprendí a decirle a Dios, adiós.

 V

Roma se incendia en Francia. Ahí estábamos contemplando los dos lados de la mountain noir. Testimonió natura de como nuestros siglos no pudieron salvarse ni con un beso, se transformaron; nuestras sonrisas en anochecer donde fuimos.

 VI

Dirás en tu lecho que sufro o bastardo por querer volar 600 días a tu noche, no soy suicida sino enfermo de amor.


 VII 

Aquí entonces se acaba nuestra canción, Genoveba de la mirada ardiente, ahora eres plantas y con mi rodilla al suelo, te digo este secreto, se que te cuidan como nunca pude haber hecho; soy serpiente, negra mariposa, alacrán.


VIII

Ten mis manos hechas tierra, golpes y comparaciones. Aquí en el ocaso de nuestros sueños juntos, te susurro estas rimas donde el abandono ya no existe, obsesivas de un mañana que ya no conocerás.

IX

¿Entonces Apolo dices que fue quien te llevo?
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