Vuelve a la tierra, hombre, deja el suplicio,
cosecha la siembra y a tu sembrado,
para que tal vez un día seas uno con tu pecado.
Mayahuel de veintidós pencas,
sigue intrépida explorando el sol,
aun en mis mas lobregros lugares,
ninfa de muerte; mi paradoja de vida.
Vuelve en una sonrisa marítima,
divaga con los azares de la historia,
muere con la razón y lógica; hasta que
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