martes, 19 de noviembre de 2013

Genoveba Farinelli



La dama de la noche roja
la que en sus ojos tiene una
mirada leones, de ciclos
y deidades, vidas pasadas
en un plaza vieja de ilusiones.
Eras rojo, y atardecer, y luna
de paz, y un beso que no me das
y noches donde no soy, ese rose de
de rosas, esa imagen de pureza, 
de control Mussolini, te vi en la lluvia 
y en la playa, en una combi hasta tabasco, 
te vi en sueños y en mis putas desgracias
estabas ahí, dándome besos de calma, de 
paz y falta de muerte, nunca vi diablos
tan hermosos, solo, me quede en la lluvia de tu baile
y vi estrellas mirar, y vi moribundos resucitar
gracias a tu paz de margarita, siempre 

sencilla, pero presente día con día.
¿Quién  le gana
al todo, a la creación, y a la agonía
de los gritos que no das, quién le gana?.

Si miro fueron mis manos lunares, pero
¿sin soles?, ahora como humano debo sin ver seguir viendo, 
huyendo sin escapar, mejor un lugar, mejor un mar.

Y como llamo a tu felicidad, y como le hago
para no rezar, o escribo tal vez para meditar que ahora
ya no estas; pero siempre estuviste viéndome directo al alma
y danzando de las maneras mas deliciosas, de formas oblicuas
y sin ángulos de retrospectiva, porque eres velocidad, y un verano 
que vamos a postergar, somos, fuimos y seremos, noche roja.

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