Se me ha quitado todo,
nada ha sido cierto,
las montañas eran
elevados muros de
endebles juramentos.
Se me ha negado todo,
hasta el helado frio
del viento,
de los cuartos vacios;
De mi alma
Sólo resta el péndulo.
Se me ha olvidado todo,
las sonrisas vulgares y los
movimientos reptantes
guardados en el tiempo
de tu sonrisa.
Se me ha confesado todo,
en el camino constante
de la noche jaguar,
desde las estrellas hasta
el fulgar repique lunar,
escenario donde
vacilante recito el poema
de mi vida fuerte y tajante,
en las costillas de esta luna
en cuarto menguante.